viernes, 14 de agosto de 2009

¿Cuándo debo recibir mi bendición patriarcal?

Janet tenía diecisiete años cuando vino a mi casa para recibir su bendición patriarcal. Mientras charlábamos antes de la bendición, me enteré de que había tenido la recomendación de su obispo desde hacía algunos meses antes de que me llamar para concertar una cita. Había esperado porque temía que en la bendición se le pidiese hacer cosas que le resultaría muy difícil lograr. Además, le preocupaba que tal vez no estuviera lista. “Una promesa de nuestro Padre Celestial no es un mandamiento”, le dije. “Las promesas de tu bendición se cumplirán solamente si tú lo deseas y si te esfuerzas para que se realicen”. También le aseguré que, como patriarca, yo no la juzgaría ni la reprendería; le daría una bendición.

Una bendición y un testimonio “La bendición patriarcal es un privilegio único y extraordinario que pueden recibir aquellos miembros fieles de la Iglesia que tienen la madurez suficiente para comprender la naturaleza y la importancia de dichas bendiciones. Estas bendiciones privilegiadas constituyen un testimonio poderoso de la misión del Señor Jesucristo de brindarnos la exaltación a cada uno de nosotros…
Cada vez que leemos nuestra bendición patriarcal, nuestro testimonio puede fortalecerse aún más y nuestra vida puede adquirir un mayor propósito”.
Presidente James E. Faust (1920–2007), Segundo Consejero de la
Primera Presidencia, “Bendiciones patriarcales”, Liahona, junio de 1983, pág. 30.



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